Fecha de publicación: 20 de noviembre de 2023

El Padre Putas, una curiosa tradición salmantina

Las tradiciones son una parte fundamental de la raigambre de una sociedad, de una cultura. Dentro de un mismo país encontramos miles de celebraciones y tradiciones diferentes, incluso en pueblos que están pegados el uno al otro. Esto es así porque cada lugar necesita tener su propia forma de expresión cultural, diferenciada de la de los demás. Se refuerza así, de una manera muy potente, el sentimiento de pertenencia, la identidad de una determinada facción frente a otras. Esto no tiene por qué ir ligado a enfrentamientos ni mucho menos, sencillamente se refiere a esa búsqueda del sentimiento particular y propio por parte de cada pueblo. En España, por ejemplo, las tradiciones de origen cristiano son las que han llegado a nuestros días con más fuerza, al estar llevándose a cabo desde hace tantísimos años. Es cierto que algunas de ellas tienen orígenes muy antiguos, incluso paganos, pero los cristianos fueron lo suficientemente inteligentes como para convertirlas, en lugar de prohibirlas.

Existen en España muchas fiestas de origen católico y también secular, y de hecho hay una especie de comunión cuasi perfecta entre ellas en muchos pueblos. La Semana Santa es, por antonomasia, el momento más importante de la liturgia católica. En el mes y medio previo, lo que se conoce como Cuaresma, las fiestas seculares se limitan bastante, ya que se está esperando al Domingo de Ramos. Sin embargo, previo a esa Cuaresma se puede desarrollar el carnaval, una fiesta que sigue siendo a todas luces secular, basada en las antiguas bacanales paganas. Y nada más terminar la Semana Santa, algunas ferias comienzan en la zona del sur de España, llenando de colorido el mes de abril. Las cruces de mayo han conseguido compaginar el sentimiento religiosos con el secular, como ocurre también en las romerías… Cada lugar tiene su propia tradición, con un origen único, pero también cambiante con el paso del tiempo. Y es que no podemos esperar que una fiesta del siglo XVI se mantenga tal y como era en aquel momento cinco siglos después. Por eso las celebraciones litúrgicas hoy en día se han convertido, en muchos casos, en fiestas familiares, como la que tiene lugar el Lunes de Aguas en Salamanca.

Una fiesta del siglo XVI

La fiesta del Lunes de Agua tiene su origen en el siglo XVI. En aquel tiempo, las autoridades obligaban a las prostitutas a salir de la ciudad de Salamanca durante toda la Cuaresma y, por supuesto, la Semana Santa. En los periodos anteriores se permitía la actividad en los burdeles, debidamente controlados, pero se consideraba que en ese momento litúrgico el sexo con estas mujeres debía estar prohibido. Por tanto, antes del comienzo de la Cuaresma, las muchachas eran trasladadas al cercano pueblo de Tejares, siguiendo el propio Río Tormes. En la otra orilla, las chicas vivían en una mancebía que era custodiada por un clérigo, que las cuidaba y se aseguraba de que cumplieran con lo obligado por el propio rey.

Y es que Fue Felipe II, ni más ni menos, quien comenzó esta tradición en el año 1543. Llegaba el monarca, con apenas 16 años, a la ciudad de Salamanca para contraer nupcias, y comprobó de primera mano el desmadrado ambiente sexual que había en la ciudad del Tormes. Con la Universidad ya a pleno rendimiento y siendo una de las más importantes del país, muchos jóvenes acudían a los burdeles en busca de sexo y diversión. El rey, preocupado por aquello, decretó que las prostitutas debían estar fuera de la ciudad todo el tiempo que durase la Cuaresma. Podrían volver, eso sí, una vez terminado el periodo, el Lunes de Aguas, que es una semana después del Lunes de Pascua. El momento del regreso de las prostitutas, en barca y comandadas por el propio sacerdote que las cuidaba, dio lugar a esta fiesta que hoy en día se sigue celebrando en Salamanca, aunque de una forma muy diferente.

Las prostitutas, fuera de la ciudad en la Cuaresma

La ciudad de Salamanca contaba con cientos de prostitutas en aquella época. Mujeres llegadas desde todo el país, e incluso algunas desde las Américas, que destacaban por su exótica belleza. La ciudad era uno de los epicentros de la joven nación española, sobre todo gracias a su imponente Universidad, una de las más importantes del sur de Europa. La gran cantidad de jóvenes que venían a estudiar a Salamanca eran el público perfecto para estas señoritas, que solían trabajar en burdeles y manceberías, aunque muchas también tenían sus propios lugares particulares en casas o posadas. Hacían la calle en ciertos barrios de la ciudad, pero no era extraño verlas también en plazas muy concurridas, sobre todo en las épocas de más fervor universitario.

Las prostitutas, muchas de ellas también católicas, acataron sin rechistar la decisión del monarca de “desterrarlas” durante la Cuaresma. Tampoco tenían mucha más opción, desde luego. Lo que no podían imaginar es que su regreso se convertiría en una inmensa fiesta en la ciudad, comandada por los jóvenes universitarios, que estaban deseando tener de vuelta a las chicas tras más de un mes de sequía sexual. La fiesta se llevaba a cabo en una inmensa pradera a orillas del Tormes, donde los jóvenes se reunían para comer y beber, celebrando con gran algarabía la vuelta de las prostitutas. Evidentemente, a día de hoy la connotación de la fiesta es mucho más familiar, aunque todavía se conservan algunos conceptos de su origen, como el del Padre Putas.

El Padre Putas como guía de estas mujeres

Como ya hemos mencionado, las señoritas tenían que pasar toda la Cuaresma en el pueblo de Tejares, al cuidado de un sacerdote. Aquel clérigo era también el encargado de comandar la expedición de vuelta a través del Tormes, a bordo de barcazas llenas de prostitutas. No es casualidad, por tanto, que se le diera el nombre de Padre Putas. La figura de este clérigo es hoy en día representada en esta fiesta a través de un gigantesco cabezudo, que se pasea por el campo donde se celebra el Lunes de Aguas en Salamanca. Sin embargo, el Padre Putas original también tiene su propia historia, y es reconocido como uno de los personajes más famosos de la ciudad.

Su nombre era Diego Cienfuentes y fue discípulo del obispo de Salamanca en la época, Diego de Deza. Su papel en esta tradición era muy representativo e importante, y el Padre Putas fue muy querido en su momento, pasándole el testigo a su sucesor. Hoy por hoy, la figura es meramente representativa, pero sigue manteniendo este apelativo. Sin embargo, durante la dictadura ultracatólica de Francisco Franco, a mediados del siglo XX, el régimen español cambió el nombre de Padre Putas por Padre Lucas. Era un intento por eludir el significado sacrílego de esta figura y alejarla del origen real de la fiesta, la vuelta de las prostitutas a la ciudad. Hoy por hoy, el Lunes de Aguas es una celebración masiva en Salamanca, especialmente entre los jóvenes, pero apartada ya de todo aquel inicio controvertido.