Fecha de publicación: 4 de septiembre de 2020

Quimioterapia, así es este tratamiento

A día de hoy, el cáncer sigue siendo una de las causas de muerte más devastadoras en todo el mundo, llegando a convertirse en una auténtica pesadilla para millones de personas. Tanto es así que seguramente todos hayamos tenido que perder a alguien cercano a causa de esta enfermedad, que no es una, sino muchas, ya que al fin y al cabo afecta a diferentes partes de nuestro organismo. El cáncer es provocado por ciertas células que se vuelven peligrosas para el resto, y que buscan expandirse hasta invadir por completo nuestro organismo. Si lo hacen dentro de uno de nuestros órganos vitales, la posibilidad de que sobrevivamos se hace cada vez más pequeña conforma la enfermedad sigue avanzando, hasta llegar a su fase IV, la llamada metástasis, cuando las células de un órgano han pasado ya a otro, y su extirpación parece mucho más compleja. Antes de llegar a ese punto, al menos hay alguna esperanza a través de los tratamientos actuales.

Hay que ser sinceros, y decir antes de todo que estos tratamientos, aunque han salvado  millones de vidas y suelen ser efectivos en muchos casos, están lejos de contar con una eficiencia real. En muchos de ellos, lo único que se busca es reducir el tejido canceroso para poder extirparlo a través de una operación. Para conseguirlo se utilizan diversos métodos, aunque el más popular y extendido es el de la quimioterapia, una palabra que suena a tragedia para muchos, pero también a esperanza para otros. Esta metodología, si bien es bastante invasiva con nuestro organismo, sigue siendo hoy por hoy una de las formas más eficaces de mantener a raya el cáncer, y por eso se sigue utilizando tan a menudo. Hoy queremos profundizar más en este tratamiento para conocerlo mejor y de paso, separar la verdad del mito.

Qué es la quimioterapia y en qué consiste

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La quimioterapia es un tratamiento médico que se lleva a cabo para reducir, a través de ciertos compuestos químicos, las células cancerígenas que están afectando a una parte de nuestro organismo. Son fármacos que se pueden tomar de diferentes formas, incluso en pastillas, por lo que ese mito de que la quimio siempre debe ir a la sangre, enganchada con un gotero, es falso. Los fármacos están especialmente pensados para afectar al crecimiento de las células, y evitar su expansión y su división, lo que hace que las células cancerígenas frenen su avance. Sin embargo, la quimioterapia no distingue realmente entre células sanas y células cancerosas. Simplemente, los fármacos hacen su trabajo, y afectan  más a las células con cáncer porque se dividen de una forma mucho más rápida que las células normales.

Habitualmente, las sesiones de quimioterapia se llevan a cabo un par de veces por semana, a veces tres, otras tan solo una, o de forma quincenal. Esto dependerá del tipo de cáncer que tengamos, de la fase en la que lo encontremos y también de nuestra propia resistencia física y salud en general. Al afectar al resto de nuestro organismo, los efectos secundarios de este tratamiento pueden ser brutales en nuestro cuerpo, como veremos a continuación. Por eso conviene encontrar el punto de equilibrio perfecto para que la quimio sea efectiva con las células cancerosas, pero no afecte demasiado al resto de células.

Tipos de quimioterapia

La quimioterapia tiene formas muy diferentes, dependiendo por ejemplo del momento de su administración. Existe quimioterapia antes de la cirugía, que es la más habitual, para reducir el tejido canceroso y que sea más fácilmente operable, pero también quimioterapia adyuvante, la que se lleva a cabo después de la extirpación, para eliminar los restos que puedan quedar de esas células. La quimioterapia puede ser también paliativa, en aquellos casos en los que su finalidad no sea reducir el tejido canceroso para operar, sino simplemente hacer que en los últimos días de vida, el enfermo no sufra tanto por la expansión del cáncer. La quimioterapia también puede administrarse de diferentes formas, como por vía intravenosa, la más popular, o también a través de pastillas.

Quimioterapia en pastillas

Es una alternativa a la típica quimioterapia que se recibe en los hospitales, ya que de esta forma podemos tomar el tratamiento en nuestro propio hogar, con la tranquilidad que eso supone. Las pastillas son compuestos químicos muy similares a los que se inyectan a través de vía intravenosa, así que llevarán a cabo el mismo procedimiento en nuestro organismo: frenar el crecimiento y la división de las células. Al tomarse por ciclos, la quimio en pastillas o quimioterapia oral ayuda a que el efecto sobre las células sanas sea menor, atacando especialmente a las células con cáncer. Al administrarlas nosotros mismos, debemos tener especial cuidado con seguir estrictamente las normas que nos hayan dado desde el hospital, para que el tratamiento sea efectivo y no lesivo para nosotros.

Efectos secundarios de la quimioterapia

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Ya sea por vía oral, intravenosa o tópica (sobre la piel), la quimioterapia es un método eficaz pero que como ya hemos visto también tiene sus contras. Y es que como suele decirse, al final está matando moscas a cañonazos. Es eficiente porque reduce e incluso llega a matar a las células cancerosas, siendo uno de los pocos medios que lo consiguen. Sin embargo, como afecta también al resto de células de nuestro cuerpo, a las sanas, los efectos secundarios de este tratamiento no se hacen esperar. Después de una sesión de quimio es natural sentir náuseas y tener vómitos agudos, así como quedar con muy mal cuerpo. Al fin y al cabo, estamos casi “envenenando” a nuestro cuerpo para salvarnos.

Es habitual sentir dolor muscular y dolor de cabeza tanto después de las sesiones, como durante los días posteriores, cuando la quimio todavía está surtiendo efecto en nuestro organismo. En muchos casos se produce también un dolor intenso en la garganta o en la boca, producto de las úlceras que aparecen por la administración de estos químicos. Otro delos efectos secundarios habituales es la caída del cabello, tanto en hombres como en mujeres, algo que estéticamente resulta devastador para muchos, aunque realmente no provoque un dolor real. Por suerte, la mayoría de estos efectos secundarios se pueden tratar con analgésicos, y de hecho, son totalmente puntuales. Se terminarán en cuanto dejemos la quimioterapia.